Desde el año 2013 sigo el podcast/videocast de Nikola Danaylov (alias Socrates) llamado “Singularity Podcast” y en el cuál entrevista a figuras líderes del campo de la tecnología y de la ciencia. Nikola es lo que se puede decir un iconoclasta de la ciencia y la tecnología, se ha atrevido a criticar a la poderosa Singularity University en una conferencia organizada por la misma organización y habla siempre sin pelos en la lengua sobre temas tabú en la comunidad científica.
En su último podcast al que ha titulado “¡La tecnología no basta!“, del cuál este post ha tomado su nombre también. Nos hace refelexionar sobre nuestra actitud distante y de “creyente” con respecto a la ciencia y tecnología, invitandonos no a ser un expectador de una tragedia, sino miembro activo en la creación de un futuro mejor.
Como me ha gustado tanto, me he tomado la libertad de traducirlo ya que es creative commons y compartirlo con Uds:
Estoy cansado de escuchar que la ciencia y la tecnología salvarán al mundo.
Es casi lo mismo que decir “¡Jesús te salvará!”
Evoca la misma esperanza pasiva cuasi-religiosa de que algo o alguien va a resolver mágicamente todos nuestros problemas, traerá abundancia a nuestras vidas, nos ayudará a vivir para siempre y resucitará a los muertos.
Lamento darte la mala noticia, pero la ciencia y la tecnología no salvarán el mundo. Nunca lo han hecho.
Por ejemplo, hoy en día tenemos toda la ciencia y la tecnología para proporcionar agua, alimentos, refugio y saneamiento, las básicas necesidades de un ser humano, para cada una de las personas hambrientas y sin hogar en nuestro planeta. Y sin embargo, 800 millones de personas carecen del suficiente alimento. 800 millones carecen de acceso al agua potable y otros 2,500 millones no tienen acceso a servicios de saneamiento adecuados. Se estima que 100 millones de personas no tienen una vivienda en todo el mundo y hasta 1,600 millones de personas carecen de una vivienda adecuada.
El calentamiento global es otro ejemplo obvio, el conocimiento científico, es bastante indiscutible y concluyente. Y tenemos toda la tecnología para dejar de usar los combustibles fósiles y el consumo de carne; Los dos factores más nocivos no solo para nuestro medio ambiente sino también para nuestra propia salud. Y, sin embargo, no estamos tomando medidas. Esperando que la ciencia resulte estar equivocada. O que alguien más sea quien deje de conducir un SUV o comer carne tres veces al día. O que esa Inteligencia Artificial vendrá y resolverá todos nuestros problemas.
Nuestra civilización es como un alcohólico con un hígado defectuoso. Esperamos poder imprimir en una bio-impresora 3D justo a tiempo un hígado nuevo, sin reconocer nuestros hábitos autodestructivos y nuestra propia responsabilidad, por lo que no abordamos el problema real, en lugar de hacerlo nos enfocamos en el síntoma.
Es como esperar ganar la lotería, algo que no es totalmente imposible, pero es casi seguro que no lo haremos. (E incluso si lo hacemos, ¿entonces qué? Solo proporcionará más tiempo, no necesariamente una solución). Y así nos sentamos, esperamos, y esperamos que la ciencia y la tecnología salven al mundo. Y estamos engordando y holgazaneando mientras comemos y manejamos a la muerte. Tanto personal como colectivamente.
Nos estamos destruyendo a nosotros mismos y a nuestro planeta y ponemos nuestras esperanzas y temores en cosas como Dios o la ciencia y la tecnología:
Nuestra tecno-deidad conocida como “ciencia y tecnología” nos salvarán. Así está escrito.
O sino la ira de una super inteligencia artificial parecida a Dios nos destruirá.
Y nos repetimos esta conveniente historia. Esta mentira. Para que podamos seguir evitando una verdad incómoda:
Que la humanidad es tanto la mayor amenaza y esperanza de si misma. No una fuerza omnipresente, omnisciente y todopoderosa que reside fuera de nosotros.
No.
Somos nosotros quienes somos la mayor fuerza en nuestro planeta, los verdaderos destructores y creadores. Somos nosotros los que debemos ser culpados de dónde nos encontramos hoy y los problemas que tenemos. Somos nosotros los que estamos conduciendo este tren hacia su descarrilamiento. Y, somos solo nosotros, los que podemos sacar nuestro pie del acelerador y pisar el freno para salvarnos.
Entonces, ¿qué diría Sócrates?
¡La tecnología NO basta!
Y tampoco la ciencia.